DESCUBRE LA HISTORIA DEL CRISTO QUE ABRAZA A GUANAJUATO DESDE LAS ALTURAS
No muchos saben esto, pero cada último domingo de noviembre, el cerro del Cubilete se llena de vida. Desde muy temprano, familias enteras, peregrinos y creyentes de diferentes partes del país comienzan a subir por los caminos que llevan hasta la cima. Algunos lo hacen a pie, otros en bicicleta o en caravana, pero todos van con la intención de llegar hasta donde los espera el Cristo que abre sus brazos al cielo.
Allá arriba, entre las nubes y el paisaje de nuestro estado, se encuentra el Santuario de Cristo Rey, uno de los lugares más queridos por los creyentes en México. Es un espacio que da paz, esperanza y nos invita a reflexionar.
La festividad de Cristo Rey es una fecha especial que marca el cierre de un ciclo y nos invita a mirar hacia adentro, a renovar el corazón y recordar que el verdadero reinado de Cristo no está hecho de poder ni de riquezas, sino de amor. Es un día para agradecer, para confiar y para sentir que la fe sigue viva en cada uno de nosotros.
La historia del Santuario tiene raíces muy profundas, todo comenzó en 1919, cuando el obispo de León, monseñor Valverde, visitó la ciudad de Silao, al mirar el cerro del Cubilete, sintió un fuerte deseo de celebrar una misa en su cima. Ese momento, que pudo parecer pequeño, motivó a construir un monumento dedicado a Cristo Rey, como símbolo de fe para todo el país.
En marzo de 1920 se colocó la primera piedra de lo que sería el primer monumento, sin embargo, los años que siguieron no fueron fáciles. México vivía tiempos de tensión política y religiosa, y en medio de la Guerra Cristera, aquel primer monumento fue destruido en 1928, fue un golpe duro para los creyentes, pero también una prueba de su fe.
Aunque las piedras cayeron, la esperanza no se perdió, porque con el paso del tiempo, la idea de reconstruir el monumento volvió a cobrar fuerza, y en 1944 con mucho esfuerzo y fe, el proyecto siguió adelante. Finalmente, el 11 de diciembre de 1950, se inauguró el santuario que hoy conocemos.
El Cristo que hoy se alza sobre el Cubilete mide unos 20 metros de altura y está hecho de bronce. Su diseño representa a un Cristo que reina desde el amor y no desde el poder. La estatua se sostiene sobre una base que simboliza el universo, y alrededor se levantan columnas que representan las provincias eclesiásticas de México. En su interior, se encuentra una hermosa basílica con forma redondeada, donde los visitantes pueden descansar, rezar y admirar la inmensidad del paisaje.
Cada año, miles de personas vuelven a subir al cerro del Cubilete, ya sea para cumplir una promesa, pedir por alguien querido o simplemente para dar gracias. El camino puede ser cansado, pero la vista, el aire limpio y el silencio del lugar hacen que todo valga la pena. Es un viaje que se vive con el cuerpo, pero sobre todo con el corazón, porque allá arriba, el Cristo del Cubilete nos espera con los brazos abiertos.