¿Te recuerdas siendo niño? ¿Recuerdas la emoción que sentías cuando imaginabas en el adulto que te convertirías? ¿Sigues conservando a tu niño interior?

Conservarlo significa que no has perdido las virtudes propias de la infancia como la inocencia, la capacidad de asombro, la espontaneidad y el entusiasmo de vivir cada momento. 

Al paso de los años, al convertirnos en adultos vamos dejando de lado esas características, algunas veces justificando que la vida es dura, compleja y que nos pone a prueba constantemente; pero hoy queremos invitarte a reflexionar ¿Qué tanto te sigue sorprendiendo el mundo? ¿Con qué emoción realizas tus actividades diarias? Si tu respuesta es que has perdido esa capacidad, es momento de volver a conectar contigo mismo.

*Ve por tu albúm fotográfico y obsérvate de niño, tus expresiones, el brillo en tus ojos y tu sonrisa. 

*Observa a tus hijos, sobrinos, nietos, contempla la manera en la que juegan y se olvidan de todo lo demás, deja que ese sentimiento se apodere de ti. 

*Un ejercicio que frecuentemente recomiendan en terapia es “hablar” con tu niño interior y preguntarle ¿Qué le hace falta? ¿Está orgulloso de lo que has logrado?

Abraza de nuevo tus ilusiones, deseos, aptitudes y también tus heridas. Vuelve a ser auténtico, espontáneo, creativo y confiado… y que esta vez nada te detenga.